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A principios de la década de los 70, el matrimonio formado por Fernando Pinós y María Guirao inició su actividad como anticuarios en un establecimiento llamado Art Nouveau. En 1978 se trasladaron al número 331 de Consell de Cent, la emblemática calle de las galerías de arte en Barcelona, donde se respiraba el ajetreo de la creatividad artística barcelonesa, originando así un núcleo suficientemente atractivo y de iniciativa privada único en Europa.
El cambio de ubicación comportó cambio de nombre y la nueva galería de arte se bautizó como Gothsland. Fernando Pinós estaba interesado en encontrar una denominación inédita, con una fuerte carga etimológica y que tuviera relación con la ciudad y el país. Así, encontró esta extraña nomenclatura en un volumen de Historia de Cataluña del siglo XIX, obra del reusense Antoni de Bofarull i Brocà. Según Bofarull, Gothsland —tierra de godos— era la denominación que los francos germánicos, dominadores durante la época carolingia, otorgaban a este territorio que con diversas transformaciones lingüísticas acabó con la denominación contemporánea de Cataluña.